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domingo, 24 de febrero de 2013

Besapiés N.P.J. de la Humildad y Paciencia

Extraordinarias fotografías de nuestro compañero y amigo Antonio Poyato del Humilde Rey de Capuchinos en Solemne Besapiés celebrado durante todo el día de hoy en la Iglesia Conventual del Santo Ángel de Capuchinos.

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Setenta y tres años en Capuchinos

Hoy se cumplen setenta y tres años del día en la Virgen de la Paz pisó por vez primera el hogar de los Padres Capuchinos. Para celebrarlo, disfrutémosla vestida de hebrea tal y como la ha recogido la mirada de nuestro amigo y colaborador Antonio Poyato.


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Jesús de la Sangre

Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilato: “¿No oyes de cuántas cosas te acusan?” Pero Él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy sorprendido. Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran. Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: “¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?”, pues sabía que le habían entregado por envidia. Mientras él estaba sentado en el tribunal, le dijo a Pilato su mujer: “No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa”. Mt 27 12-19

Me he despertado en mitad de la noche sudando, envuelta en mis pesadillas. ¿Qué ha hecho este hombre? ¿Por qué le azotan, pegan y condenan? ¿Por qué tantos le odian? Yo escuché su mensaje aquella tarde en la montaña. Y no aprecié en sus palabras más que paz, respeto, amor,  libertad… en cambio le llaman revolucionario, blasfemo y peligroso… le han maniatado como si fuese un bandido y van a acabar con su vida. No hay clemencia en el poder humano y la justicia pierde su sentido cuando el inocente es condenado y el culpable la imparte. Cuando el asesino queda impune y la víctima pena eternamente. Y cuando el poder que descansa en el status quo se lava las manos por impotencia o incompetencia… por cobardía o indiferencia… por egoísmo o ausencia de empatía. Y el Dios Hombre fue entregado a la turba enfervorecida sedienta de Sangre y muerte… la tragedia se materializa a orillas de Capuchinos… y llora la plaza del Císter lágrimas de llanto infinito…

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La Hermandad del Señor de la Caridad

Maravillosas fotografías de las magníficas Imágenes Titulares de la Hermandad del Señor de la Caridad, cedidas por nuestro compañero Antonio Poyato.






El texto que a continuación desarrollamos está extraído de la página de la Hermandad del Señor de la Caridad de la cuál hemos destacado sólo unas pocas referencias por su importancia y relevancia histórica. Rogamos encarecidamente a nuestros queridos lectores acudan a la fuente para conocer y valorar en su justa medida el maravilloso pasado de esta magnífica hermandad cordobesa, para evitar quedarnos en la mera superficie aprendiendo su enorme grandeza.

La Hermandad del Señor de la Caridad fue fundada en el s. XV en el Monasterio de San Pedro el Real (San Francisco) para asistir a los desvalidos y atender a los moribundos, siendo su actividad tan relevante que recibió numerosos privilegios a fin de potenciarla. A finales del s. XV construye el Hospital de la Santa Caridad en la Plaza del Potro, al que se traslada. Fueron miembros de la Cofradía, los Reyes Católicos, Juana I, Carlos I, Felipe II y destacados miembros de la nobleza como D. Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

En el s. XIX la Hermandad languidece hasta llegar a su extinción. En 1939 se refunda, haciendo de nuevo estación de penitencia el Domingo de Ramos de 1940.

La imagen del Señor es anónima del siglo XVI. Es una talla de estilo manierista que representa a Cristo muerto en la Cruz. Fue restaurado en los siglos XVII y XVIII y posteriormente por Rafael Díaz Peno en 1939 y Miguel Arjona en 1982. La imagen de la Dolorosa (siglo XVIII). Representa a la Virgen arrodillada a los pies de Cristo. Fue restaurada por Rafael Díaz Peno en 1940, Luis Alvarez Duarte en 1980 y Santiago Molina Ruiz en 2001. De 1671 se estima es la imagen de la Virgen que figura arrodillada a los pies de la Cruz del Señor de la Caridad. Se atribuye muy probablemente a José de Mora y en todo caso a la Escuela Granadina por él impulsada. De siempre ha sido conocida la imagen como Virgen de los Dolores y así figura en documentos antiguos de los archivos parroquiales, siendo muy similar a la imagen de la Virgen de la Soledad que está en la Iglesia de Santa Ana de Granada.

Contexto histórico

“Las hermandades hospitalarias o de caridad fueron, al decir de los historiadores, las primeras en aparecer, conservando una tradición y una labor social y caritativa fundamentales para el desenvolvimiento de su vida espiritual. Estas hermandades, que solían proceder de los estamentos sociales más altos, son las que a su vez llegan a los grupos sociales más humildes de la ciudad, necesitados de socorro y ayuda.

En sus estatutos, además de las reglas de carácter religioso y devocional o de culto a una imagen, a los difuntos de la hermandad, etc, aparecen otras que establecen la obligación de los cofrades de realizar obras de caridad, que se hacían en los hospitales que cada cofradía fundara. Estos hospitales realizaban las labores más diversas: limosnas para el rescate de cautivos, enterramiento de ajusticiados, mantenimiento de huérfanos y viudas, casas de salud, recogimiento y convalecencia de afectados por determinadas enfermedades, etc”. (Julián Hurtado de Molina. “La Semana Santa de Córdoba”. Sic.).

Es en la práctica a partir del Concilio de Trento, XIX Concilio Ecuménico, cuando toman cuerpo y se desarrollan, fundamentalmente y en general, las hermandades y cofradías, como muestras externas de fe y devoción, como manifestaciones religiosas populares, propiciadas e impulsadas por aquel, y como respuesta a la Reforma Protestante, como fue dicho Concilio.

Este Concilio tuvo como fines, el definir la doctrina de la Iglesia, eliminar costumbres perniciosas de parte del clero y discutir el modo de conjurar la herejía propiciada por dicha reforma protestante, encabezada principalmente por Lutero, Calvino, Zuinglio y Enrique VIII, y que se desarrolló en tres etapas: del 13 de Diciembre de 1545 hasta 1547 bajo el papado de Paulo III y que se refirió fundamentalmente a soluciones dogmáticas (Tradición, Santa Biblia, Pecado Original, Sacramentos, especialmente Confirmación y Bautismo); de 1551 a 1552 bajo el Papa Julio III, (referida esencialmente a Confesión, Unción de enfermos, Eucaristía, jurisdicción eclesiástica, y disciplina de clero); de 1562 a 1563 bajo el Papa Pío IV, (donde queda reconocida la autoridad pontificia, y los principales decretos versan sobre la liturgia de la Misa, matrimonio, órdenes y reformas eclesiásticas). Estos decretos conciliares se ratificaron por la Bula Benedictus Deus en 1563.

No obstante, en el siglo XIV ya se habían alzado voces en pro de una depuración de costumbres. Este movimiento reformista desde dentro de la Iglesia empezó a tomar cuerpo con el Oratorio de Amor Divino (1497). A este primer intento nacido en el propio seno de la Iglesia y de carácter constructivo, vino a añadirse otro originado por los ataques protestantes, de carácter negativo. Ambos intentos se entrecruzaron, y el espíritu reformista surgido entre religiosos y fieles, cuajó en los altos niveles de la Iglesia, con lo que el Papa Paulo III (1534-1549) acabó por mostrarse partidario de la reforma, contando con el apoyo de Carlos I de España y V de Alemania y de la Compañía de Jesús, y se culminó en el referido Concilio de Trento, dándose con ello lo que se ha venido denominando Contrarreforma. Posteriormente, este espíritu se extendió a toda la Iglesia, surgiendo nuevas Ordenes Religiosas y produciéndose una gran floración de místicos y beatos.

Hitos en la historia de la Hermandad:

“Hacia el año 1400, eran tantos los desvalidos que fallecían en la mayor miseria por falta de medios para su asistencia, que algunas personas de alta jerarquía se asociaron con la idea de recogerlos y darles los socorros necesarios; mas sin formar hermandad ni reunirse apenas, hasta 1443 que ya se juntaron y erigieron aquella, concibiendo el pensamiento de establecer la hospitalidad; entonces redactaron bases para ello....”. (T. Ramírez de Arellano. Paseos por Córdoba. Sic).

Manuel Bergillos en la investigación que realizó sobre la Cofradía para su tesis doctoral, encontró en los archivos de la Diputación, un estado de cuentas de la Caridad fechado en 1404”. Aunque en un principio su actividad estaba muy dispersa o difuminada, siendo su objeto la asistencia de desvalidos y atención a moribundos, su base en cuanto a la composición de sus miembros, debía de estar constituida por una masa muy popular de artesanos y comerciantes preferentemente”. Por tanto lo afirmado por Ramírez de Arrellano anteriormente se ve ratificado por esta investigación y hallazgo. Para el investigador P. Laín 1440 es el año fundacional de la Hermandad, (“Historia”, cent. 3, c. LV, pp. 162-163). Para el historiador T. Ramírez de Arellano es 1443 el año fundacional, según recoge en su libro “Paseos por Córdoba”, (271-274).

Las Cofradías y Hospitales de la Santa Caridad tuvieron amplia extensión y significado en el Reino de Castilla, sobre todo la de Toledo, pero en la de Córdoba tuvo un muy importante exponente.

En junio de 1469 se produce la llegada a Córdoba de Enrique IV con motivo de la guerra civil con el Infante don Alfonso (1465-1468). Ello origina la división de la nobleza en dos bandos, comandados por el Jurado Alonso de Aguilar y el Conde de Cabra por la sucesión al trono entre la Princesa Isabel y Dª Juana La Beltraneja. Por su pertenencia a la Hermandad es por lo que figura entre los atributos el Guión de Enrique IV; el de Juan II, su padre; el de Juana I, su hija y el de los Reyes Católicos; además de gran parte de la nobleza de la época, como Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, (1453-1515), el cual siendo aún mozo luchó por Isabel la Católica en la guerra dinástica que sobrevino a la muerte de Enrique IV, (1425-1474), distinguiéndose en la guerra y conquista posterior de Granada, 1492, y que en 1495 marchó a Italia por orden de Fernando el Católico, regresando a España en 1507 y siendo recluido en Loja por recelos de su popularidad.

De 1475 son los primeros datos de la Hermandad de la Caridad de Toledo, la cual tenía los mismos fines básicos que la de Córdoba. Ésta, estaba vinculada a la Orden Tercera Franciscana, según datos de la Bula de Sixto IV del 27-5-1475, y dirigida a los Hermanos de la Cofradía de Toledo que desde su fundación se ha ajustado a la regla de San Francisco. Aunque de la de Córdoba no hay testimonio escrito de esta dependencia, la heráldica de nuestra Hermandad que está en la fachada del antiguo Hospital de la Plaza del Potro así lo atestigua, cuyos emblemas datan de 1509. Más aún, al conservarse pinturas en la Caridad de Córdoba según refiere P.Laín, que manifiestan el traje de los Hermanos Terceros de esta época, y se supone que guardasen la Regla de esta Orden que fué aprobada por el Papa Nicolás IV, (papa entre 1288 y 1292), y que fue General de los Franciscanos.

En 1478 visita Córdoba Isabel la Católica, y recibe en audiencia al Hermano Mayor en los Alcázares Reales, el cual solicita que la cofradía se beneficie de la ley 54 de las Cortes de Toledo de 1472, que amparaba el rescate de cautivos, (sobre esta materia hay bastante documentación así como de la labor desarrollada por la Hermandad), ley concedida por Enrique IV (1425-1474) y explicable por la proximidad al reino de Granada, el cual había sucedido a su padre Juan II (1405-1454). El 8 de diciembre Isabel la Católica (1451-1504), hermana de Enrique IV, concede tal petición por Real Cédula; como también le concedieron a finales de este siglo el título de Real.

En 1479 aparece con su nombre definitivo: Cofradía de la Santa Caridad de Jesucristo.




Recordatorio Jesús Nazareno






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