Fin de año que se aproxima y, por tanto,
hora de hacer balance de lo acontecido en el ámbito de las Cofradías en estos
362 días. Trescientos sesenta y dos dado que no tenemos artilugio alguno que
nos permita predecir el futuro (lo de la Lotería de Navidad de la semana pasada
no tiene mérito, créanme) y, tal y como están las cosas, no vamos a ser tan
presuntuosos de pensar que del 29 al 31 no vaya a pasar nada que no sea digno
de reseñar ni de valorar. Ahí tienen el traslado de las Angustias a únicamente
10 días de dar por finalizado el año.
Dejemos lo mejor para el final, de modo que
nos despidamos con buen sabor de boca. Abordemos, por tanto, lo negativo. De
2013, nos atrevemos a suspender a:
1.
Las borrascas de Semana
Santa. Ya da igual lo alta o baja que caiga la Semana Mayor, ahí apareció por
tercer año consecutivo esa maldita inestabilidad, que tan solamente permitió
disfrutar plenamente del Jueves Santo. El Domingo de Ramos fue la única jornada
que, exceptuando la anteriormente citada, se libró con mejores resultados. No
obstante la lluvia obligó al Rescatado a regresar a su templo en el entorno de
San Agustín y la Esperanza, finalizada Carrera Oficial, se refugió en el
Instituto Góngora para volver a San Andrés, acortando notablemente su recorrido
por Alfonso XIII.